Por CABE

En 1844, el presidente James Polk declara abiertamente sus intenciones de anexarse la mitad del territorio mexicano y declarar ilegales a sus habitantes. Poco después, Sam Houston, cabeza de una colonización en territorio texano perteneciente a México, reitera “La raza anglo-sajona tiene que ocupar la entera extremidad del sur de este vasto continente… Los mexicanos no son mejores que los indios y no veo ninguna razón para no tomar sus tierras”. En 1848, Estados Unidos se apoderará definitivamente de Texas, California, Nuevo México, Nevada, Utah y parte del Colorado.

Pese al Tratado Guadalupe-Hidalgo, que garantizaba a los antiguos habitantes el derecho a la  propiedad de sus tierras, así como hasta hoy, el Tío Sam hará añicos sus tratos

Debe agregarse que uno de los temas que concitó el odio de Houston a México es que ese país declarara la abolición de la esclavitud, que precisamente atentaba contra el sistema económico de las grandes plantaciones algodoneras y azucareras del sur.

Pese a que Texas fue uno de los Estados que sintió la humillación de la derrota de la guerra de Secesión, desde 1861 hasta 1865, y la abolición de la esclavitud, ese resentimiento dará origen al Ku Klux Klan, una organización terrorista, xenofóbica, racista y supremacista de la raza blanca que llegó a tener casi cuatro millones de militantes. Y, aunque disuelta varias veces, se manifiesta en diferentes grupos que hoy aún existen, como los Minuteman, una banda paramilitar que hace cacería sangrienta contra los inmigrantes que cruzan la frontera de México para ingresar a territorio estadounidense.

Vale la pena recordar todos estos hechos históricos para conocer el contexto histórico de una información de la que debemos hacernos eco. Como la alarmante noticia, expresada en medios hispanos en EEUU, respecto a una ley que estimula la cacería racista de inmigrantes en Texas, en la que cobran protagonismo como racistas y xenófobos, el propio gobernador del Estado, Greg Abott, del partido republicano, quien ha retomado la iniciativa de construir una muralla para evitar el cruce de inmigrantes, dejada a medias por el expresidente Donald Trump.

La ley en cuestión es la conocida como SB4, que convierte la migración en delito estatal. Cruzar hacia Texas estará castigado con penas hasta de 180 días de cárcel y una multa de hasta dos mil dólares. El reingreso sería un delito grave castigado de dos a 20 años de cárcel, dependiendo de los antecedentes del migrante, como expresa el propio Abott a la cadena CBS, según informa el portal web www.loquesomos.org

“Mientras tanto las medidas de control migratorio ya existentes, aún antes de la controversia por esta nueva ley, han llevado a incrementos dramáticos las muertes en la frontera en los pasados tres años. Esta pugna legal es sólo un indicador más de la creciente disfunción del sistema migratorio estadounidense, que empeora al acercarse la elección presidencial, donde el control migratorio es un tema central del debate.

Mientras, las consecuencias mortales de las políticas sobre control del flujo migrante siguen creciendo. La Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA) reportó al menos 895 muertes de migrantes detectados por la Patrulla Fronteriza y señaló que el número de migrantes muertos se ha duplicado en los pasados cuatro años y la tendencia sigue al alza. Es el resultado de las políticas de control fronterizo que obligan a migrantes a usar rutas más peligrosas”.

No cabe duda de que el tema migratorio se ha vuelto dramático en lo que va de este siglo y no solo en la frontera entre México y Estados Unidos, sino también en la Europa liberal como producto de la crisis mundial, por el agotamiento del capitalismo neoliberal y que empuja a millones de seres humanos a emigrar, con saldos mortales, verdaderamente escalofriantes.