Por: Pepe Mejía, desde Madrid

Miguel Urbán (Madrid, 26 de marzo de 1980) es uno de los tres fundadores de Podemos. Ejerció como responsable de Organización, responsable de Europa, responsable de Internacional y durante seis años fue miembro de la ejecutiva de Podemos.

Hace nueve años llegó al Parlamento Europeo con un millón de votos en su mochila. El próximo mes de julio deja su cargo y seguirá haciendo política desde Anticapitalistas.

Pregunta.- ¿En qué situación se encontraba Podemos cuando Usted llega al Parlamento Europeo?

Respuesta.- En el momento más dulce. A Podemos le daban el 29 y 30 por ciento de estimación de voto. Más de un millón de votos y cinco eurodiputados. Desde el principio había como diferente tareas según familias políticas que lo componían. La familia mayoritaria, encabezada por Pablo Iglesias e Íñigo Errejón, buscaba una cierta respetabilidad y una cierta moderación para encarar las elecciones municipales y autonómicas con la intención de dar el sorpasso al partido socialista. Planteaban una mayor jerarquización organizativa donde perdiera peso la autoorganización popular, hacia un partido más tradicional a lo que ellos llaman “maquinaria de guerra electoral” y una moderación como paso previo para encarar el ciclo electoral que se había abierto desde las elecciones europeas. Anticapitalistas estaba justo en lo contrario, en la lógica de fomentar la autoorganización popular y el desborde.

P.- ¿Y en qué situación estaba Europa?

R.- A las dos semanas de entrar en el parlamento europeo Syriza, que significa Coalición de la Izquierda Radical, gana las elecciones en Grecia. Era la primera vez que un partido alternativo de la izquierda radical, que planteaba una ruptura con la austeridad, ganaba un gobierno. Eso marcaba un contexto muy vibrante. En los primeros seis meses en el parlamento europeo mi trabajo fundamental era casi vivir en Atenas. Formé parte del Comité Internacional por la Auditoria de la Deuda griega, intervine en el parlamento griego sobre el impago de la deuda y participé en la campaña del referéndum contra el memorándum de austeridad. La esperanza era esperar y aguantar a una victoria en España. En 2015 se iniciaba con la victoria de Syriza y se terminaba en el 2015 con las elecciones generales en España en donde las encuestas daban como posible ganador a Podemos. Había la posibilidad de una Europa diferente desde el Sur contra la austeridad del norte. En mayo del 2015 las coaliciones municipales formadas por Podemos consiguen ganar las principales capitales de España. La victoria en unas elecciones generales no era descartable, no era una ilusión.

P.- A lo largo de su tarea como eurodiputado ha mantenido relaciones con múltiples movimientos y organizaciones sociales. ¿Cuál es su opinión sobre el estado de los movimientos sociales?

R.- Estamos en un momento de reflujo. Cuando nace Podemos los movimientos sociales ya están en un proceso de reflujo. El reflujo se incrementó cuando realizamos el asalto institucional. Las candidaturas municipales vaciaron de cuadros políticos una parte importante de los movimientos, especialmente en el de vivienda. En la Marea Blanca, Marea Verde, movimiento por la vivienda hay un trasvase de cuadros en momento de reflujo. Podemos no es culpable de ese reflujo. Desde entonces, en el Estado español, no se ha recompuesto el movimiento social con entidad salvo el movimiento feminista.

P.- ¿Cuáles han sido los movimientos de referencia en este periodo?

R.- Ha habido dos grandes momentos post 15M. El movimiento feminista a pesar de su crisis actual sigue siendo el mayor movimiento con capacidad de movilización. Y hay otro movimiento, el pensionista, que ha jugado una suerte de movilización fuerte.

P.- ¿Y la movilización por Palestina?

R.- Quizás lo más interesante del último periodo puede ser la movilización y la cuestión de la solidaridad internacional con Palestina. La ruptura con la política institucional de la UE nos permite hablar de un movimiento a escala europea pro palestina Quizá en perspectiva se torna convertir este movimiento pro palestina en un movimiento anti militarista, anti guerra a nivel europeo. Hay una ruptura de los marcos de coordinación europeos, los llamados foros sociales europeos. Eso se ve en el caso de Grecia, que se enfrenta a la troika sola, no hay un acompañamiento de los movimientos sociales europeos. No supimos entender que en Grecia nos jugábamos algo más que el futuro de Grecia. La derrota de Grecia ha sido fundamental para la derrota del conjunto de la izquierda europea. Importante tenerlo en cuenta. En Grecia hubo un auténtico golpe de estado ante lo que sería la opinión popular. Más del 63 por ciento del pueblo griego votó contra la austeridad y se les impuso la austeridad. No fue necesario sacar los tanques, con los bancos fue suficiente. En este sentido, para finales de mayo nos reuniremos en Marsella para articular espacios de coordinación de los movimientos sociales europeos.

La debacle de Podemos fue moderarse

P.- ¿Cuáles han sido los factores de la debacle de Podemos?

R.- Moderarse fue uno de los peligros. Durante todo el tiempo que estuve en la ejecutiva de Podemos, ya seis años, siempre mantuve que el gran peligro era moderarse y normalizarse. Aparecer como un partido más era aparecer como un partido del sistema y como parte del problema. No hay nada que normalice más que gobernar en minoría con el partido socialista. Allí está la defunción de Podemos. En ese momento todo el mundo lo vio como una victoria, con cierta ilusión. La propaganda decía: por primera vez los comunistas entran en un gobierno en España después de 80 años. Salir en contra del pueblo de izquierda y decir no, es una mala idea, es malo, no es una situación sencilla. Eso motivó la ruptura de Anticapitalistas con Podemos. La defunción de Podemos fue su subordinación al socialiberalismo. Después de cuatro años, nuestra situación y posición no era tan errónea. El gobierno de coalición ha carcomido, ha demolido, ha triturado a una organización como Podemos que ya venía muy dolida. A Podemos le han dado duro y por todos los lados y con todo. No podemos acusar al Estado de lo que ha pasado con Podemos. Ya sabíamos lo que iba a pasar. El problema han sido también errores nuestros. El último error fue entrar a cogobernar con el PSOE en minoría y fue una decisión consciente. El partido socialista está reabsorbiendo el capital político a su izquierda, fomentando una lógica de recomposición del bipartidismo. La última jugada de Pedro Sánchez tiene esa lógica. Recomposición entre bloques. Si quieres frenar a la extrema derecha aquí está tu Pedro Sánchez, salvador de la democracia contra los monstruos. En este contexto desaparecen las copias. Hay una frase de Marx que dice: “la historia solo se repite dos veces. Primero como tragedia y segundo como farsa”. La pérdida de la oportunidad política que supuso el inicio de Podemos fue una tragedia y lo que estamos viendo ahora con Sumar (una coalición de partidos que apoya al gobierno socialista) es una farsa.

P.- ¿Cuáles son sus apreciaciones y críticas al Partido Comunista de España (PCE) e Izquierda Unida (IU)?

R.- Bueno, la verdad es que no me gusta opinar sobre organizaciones que no son las mías. Simplemente diré que el Partido Comunista está siendo preso de su estrategia gobiernista y lo mismo que le está pasando a Podemos, el gobierno se está convirtiendo en una trituradora del Partido Comunista. La subalternización al Partido Socialista no es nueva, pero sí que es la primera vez que en 80 años entraban en el gobierno. El problema es que no se ha notado la presencia de ministros comunistas. Algunos, como Alberto Garzón, han pasado muy desapercibidos como ministros. En su último congreso el Partido Comunista estuvo prácticamente dividido por la mitad, donde la presencia en el Gobierno ha jugado un papel fundamental. Ahora hay un congreso de Izquierda Unida (IU), donde hay cuatro candidaturas, y en donde IU se ve más dividida que nunca, más frágil que nunca, y eso es buena parte producto de las tensiones que genera esta estrategia de subordinación gobiernista al Partido Socialista. Yo me pongo en la piel de muchos compañerxs y amigxs del Partido Comunista que tienen que ver cómo sus ministros asumen la cumbre de la OTAN. Asumen la entrada de nuevos miembros en la OTAN. Cómo han apoyado el conflicto interimperialista en Ucrania. Asisten impotentes ante la cuestión de Palestina y tienen que asumir la lógica de los dos estados, o cómo tienen que ver cómo el gobierno, del que forman parte y tienen ministros, cambia su posición sobre el Sáhara aliándose con la ocupación marroquí y eso no supone nada, no cambia nada. Hay una dislocación cada vez más fuerte entre su discurso y su práctica en el gobierno y esto genera tensiones internas muy fuertes.

P.- ¿Cuál es su valoración del trabajo en apoyo a los pueblos de Abya Yala? ¿Algo que destacar?

R.- Hemos realizado un trabajo grupal para acompañar, ser altavoz de los procesos de lucha, en apoyo a las organizaciones sociales, defensores de derechos humanos, contra la represión, desde el Parlamento Europeo y el trabajo sobre el terreno. Hemos visitado todos los países de América Latina. También hemos trabajado con África y Asia. Hemos intentado hacer un trabajo internacionalista. Consideramos que una victoria en Perú es una victoria de todos los pueblos que luchamos contra este régimen capitalista. Una victoria en Chile no es sólo una victoria de la solidaridad, sino del apoyo mutuo. Hemos ayudado a construir redes y tejidos y esperamos que sobrevivan.

P.- Usted, como experto y estudioso de la extrema derecha, ha escrito dos libros: “La emergencia de Vox” y “Trumpismos”. ¿Cómo se puede combatir a gobiernos autoritarios y de ultraderecha instalados en América Latina?

R.- No es sencillo. Vox tiene una actividad importante en América Latina. Quiere hacer valer su posición de puente entre la extrema derecha latinoamericana y la extrema derecha europea para tener más fuerza dentro de la extrema derecha europea. Se han inventado un nuevo concepto el de la “Ibeosfera” para intentar acompañar esa lógica neocolonial. No es una lógica internacionalista sino la subordinación de la extrema derecha latinoamericana a la extrema derecha española.

La gran contradicción no es el capital trabajo sino el capital vida

P.- Pero, ¿qué hay que hacer?

R.- No hay fórmulas mágicas. Hay que reconocer que tenemos más preguntas que respuestas y que las respuestas tienen que ser colectivas. Las recetas tienen que salir de cada territorio. Primero hay que diagnosticar el fenómeno al que nos enfrentamos y de ahí extraer las tareas. Segundo: Qué hemos hecho mal, para no cometer esos errores? Y tenemos que plantearnos que la extrema derecha crece aportando seguridades. ¿Cuáles son nuestras seguridades? ¿Cuál es nuestro horizonte de seguridad? En un mundo en llamas, inseguro, en crisis, la extrema derecha plantea unas seguridades reaccionarias de vuelta al pasado. Familia heteropatriarcal, donde la diversidad sexual sigue en los armarios, donde la crisis climática no existe, pero claro Milei plantea volver a la Argentina de Menem, como si pudiéramos volver hacia atrás. Pero, ¿cuál es nuestra propuesta? Es más sencillo imaginar el fin del mundo, que el fin del capitalismo. Nuestra incapacidad para imaginar el fin del capitalismo también nos impide aportar un horizonte de esperanza del por qué luchar, hacia dónde queremos ir. Entre el hoy al socialismo hay un mientras tanto. Uno de los principales problemas que está enfrentando América Latina es la pandemia de la inseguridad ciudadana. ¿Cuál es la propuesta de la izquierda? Si nuestra respuesta no es más policía, no más represión, no es una guerra contra los pobres, ni meter el diez por ciento de la población en la cárcel como ha hecho Bukele ¿cuál es nuestra propuesta?

P.- Entonces, si la extrema derecha plantea las seguridades reaccionarias ¿cuáles serían nuestros planteamientos?

R.- La gran contradicción no es el capital trabajo sino el capital vida. Y nos estamos jugando la vida. Cómo nos cuestionamos la propiedad del capital sobre los bienes comunes que permiten la vida. Eso se ha visto en la pandemia. En la pandemia hemos sido incapaces de cuestionar la propiedad privada intelectual de las patentes de las vacunas. Ha sido una auténtica locura. Esto demuestra la derrota en la que está el movimiento popular. La incapacidad de los progresismos de imaginar una América Latina más allá del capital es lo que genera su incapacidad y su derrota política, de hecho estamos en un momento de agudización de la crisis del capital que va mucho más allá de esta década progresista. Los nuevos progresismos caducan más rápido. Porque la crisis se ha acelerado. Hay menos espacio para el reformismo. Hay menos espacio para la reforma. Y la extrema derecha está demostrando que se pueden construir mayorías sociales y electorales    desde fuera del sistema y desde la radicalidad política. Lo que vemos es que la izquierda está cada vez más moderada y más centrada y que se le ve como parte del sistema y como parte del problema. Enfrentar a la extrema derecha pasa por una recomposición de los tejidos comunitarios. Poder hablar del reparto en un continente con muchas desigualdades y enfrentar así la crisis climática y sus efectos. ¿Cuáles son los dos grandes enemigos de la extrema derecha? El movimiento feminista y el movimiento ecologista. Porque son capaces de imaginar el futuro. Por eso se tiene miedo al movimiento feminista.

En Perú me llamó la atención la disociación entre la izquierda política organizada y el movimiento popular

P.- Usted, que ha protagonizado múltiples viajes, estuvo el pasado año en Perú. ¿Cuál es su opinión sobre la situación en Perú?

R.- Mi condición de español, europeo me impide abordar una opinión fundamentada sobre el movimiento popular en Perú. Sólo unos apuntes. Durante el viaje que hice a Perú me llamó la atención la disociación entre la izquierda política organizada y el movimiento popular que salió en defensa del propio Pedro Castillo. Primero una disociación entre Lima y la periferia. Aunque también se da en otros países, como en España, en Perú lo vi muy acrecentada y muy exacerbada. La percepción del racismo y el colonialismo como un elemento de    dominación fundamentalmente de las élites limeñas. Cuando te decían que las huelgas en Juliaca a Lima le daban igual, pero descubrimos que lo que les molestaba en Lima es que obstruyéramos el aeropuerto. Hay un autoaprendizaje popular de las protestas que es otra de las cuestiones interesantes. Pero a diferencia con otros países, como es el caso de Ecuador en donde está la CONAIE, hay una desarticulación organizativa del campo popular y esa es parte de la disociación entre la izquierda y el campo popular. Mientras en Ecuador, en los estallidos, vez que hay una dirección que es la CONAIE, que tiene una estrategia, una táctica concreta, tiene unos liderazgos, unas portavocías, en Perú no hay. No podemos entender la derrota del movimiento popular, de las protestas contra Dina Boluarte sin la falta de esa organización, estructuración de movimiento y dirección política. Si las protestas en Perú, con la cantidad y virulencia que se dió, hubiese tenido como en Ecuador, una dirección política como por ejemplo la CONAIE, hubieran tirado a Dina Boluarte. En las carencias se ven potencialidades. Se ven retos hacia el futuro. Mientras una izquierda estaba más preocupada por la legalidad en sus registros electorales, en el campo electoral, esa izquierda estaba menos preocupada en poder articular esa estructuración social del campo popular que    requiere de unos tiempos distintos del campo electoral. Tiempos más ingratos, más pausados. A veces hay que construir, como decía Bensaid, desde una lenta impaciencia.

P.- Defender y apoyar las reivindicaciones populares acarrea asumir riesgos. ¿Qué riesgos, amenazas, campañas de acoso, ha asumido Usted y su entorno en estos nueve años siendo eurodiputado?

R.- Nos han golpeado con todo. Yo he sufrido diversos atentados tanto en la puerta del Parlamento Europeo como dentro. Han vandalizado mi despacho dentro del Parlamento Europeo, lo cual sólo podrían ser trabajadores del Parlamento Europeo, después de votaciones complejas    por ejemplo votando contra los presupuestos de guerra en Ucrania. Han intentado atentados en viajes que he hecho a varios países. Por parte de la extrema derecha recibí amenazas de todo tipo, desde el propio Eduardo Bolsonaro, responsable internacional del bolsonarismo e hijo de Jair Bolsonaro, me dedicó un video de más de 22 minutos amenazándome. Hemos tenido Pegasus (un software espía de altas prestaciones capaz de acceder a cualquier móvil sin ser detectado)    en mi móvil, seguimiento de servicios secretos, he estado retenido en territorio español por el Mossad, en el propio aeropuerto en Madrid. Descubrieron dónde vivía mi padre. Atacaron su casa y su coche. Han entrado en mi casa rompiendo la puerta de seguridad amenazando a mi familia. No se llevaron nada pero si fotos de mis hijos, de mi familia y fotos personales. Me han impedido la entrada en países teniendo pasaporte diplomático. Marruecos, por ejemplo. No hemos hecho publicidad de todo esto porque creo que mucho del brutalismo político que se ha utilizado contra nosotros, es una especie de aviso a navegantes. No te metas en política porque si te metes te va a pasar esto.

Hay una lógica neocolonial en la actitud y trabajo de las ONG

P.- Y después de todo esto Usted ¿qué va hacer después de dejar el Parlamento Europeo?

R.- Yo ya estoy marcado y ahora lo difícil es reincorporarte al mundo laboral. Ahora con internet estás marcado de por vida. Perspectiva: A corto plazo buscar trabajo. Dejaré el cargo en julio. Mi objetivo a corto plazo es adelgazar (risas)….También hacer un poco de deporte, salir al monte, salir con mis hijos y seguir con la promoción del libro “Trumpismo”. Tengo ciento y pico de propuestas de presentaciones. Y el proyecto de siempre: cambiar el mundo de base. Hay una cuestión que creo que es importante. Yo estoy notando que para mucha gente de izquierda, parece que cuando dejas el cargo es como si mueres. Te dan el pésame, como si hubieras muerto. No compañerxs, no ha cambiado nada. Yo seguiré haciendo política. Yo no me voy a mi casa. Hacía política antes de ser cargo público y voy a seguir haciendo política. Estaba en Anticapitalistas y voy a seguir en Anticapitalistas. Voy a seguir practicando el internacionalismo, voy a seguir en la Cuarta Internacional.

P.- ¿Cuál es su opinión sobre el papel de las ONGs y su relación con los movimiento sociales? El dinero y la financiación de estas ONGs ¿condicionan la labor y las tareas de los movimientos sociales?

R.- Depende de qué ONGs y qué visión. Mayoritariamente hay una lógica neocolonial en la actitud y el trabajo de las ONGs. Marcar lo que se tiene que hacer en un pueblo de Puno desde una oficina de Madrid es una locura y genera una disociación brutal entre objetivos y fines. Además de ser un elemento de control, de domesticación de los propios movimientos sociales y adaptación a una lógicas occidentales y coloniales, que no tienen nada que ver con su realidad, su estructura y sus dinámicas de lucha. Normalmente    este tipo de ONGs es más un impedimento para el movimiento popular que una forma de apoyo. Hay excepciones, pero la dinámica general es ésta y es importante. Esto ha hecho que organizaciones indígenas, como la CONAIE, sean muy muy poco receptivas a trabajar con ONGs, porque son conscientes de los problemas que genera, de dependencias políticas. No hay un trato de igual a igual. Sino que hay un trato profundamente asimétrico y donde se trata a las personas del sur como víctimas y no como sujetos. Y les impide ser sujetos. Esa victimación los convierte en objetos de transacción económica para la propia ONG. Hay diferencias en lo que se han convertido las ONG a lo que fueron los Comités Internacionalistas y todo lo que supuso la ayuda internacionalista, con la revolución sandinista o con los zapatistas, en donde los comités internacionalistas jugaban no un papel de asimetría sino un papel de igualdad, de trabajo solidario. Tendríamos que volver a recuperar esa lógica y desoenegenizarnos para internacionalizarnos.