Por Camila Téckpatl
La Guerra por el agua se recrudece y alcanza a todos los rincones del territorio mexicano y del mundo. La aparente eficacia de la distribución del agua que presumen los gobiernos en turno queda desmentida ante la escasez que viven los pobladores de las ciudades en la periferia de la Ciudad de México. Tal es el caso del municipio de Atizapán de Zaragoza ubicado en el norte del Estado de México, en donde los pobladores comenzaron a realizar bloqueos en las carreteras más concurridas de la localidad con la finalidad de exigir agua en sus hogares. Según reportan los mismos pobladores, llevan más de 5 meses sin el vital líquido.
El problema tiene un trasfondo de despojo y lucro ya que las empresas inmobiliarias que, principalmente se dedican a la construcción de zonas residenciales, han tenido y tienen prioridad para la distribución del agua, es decir, “a los ricos sí les dan agua y a los pobres no”, así señalan algunas mujeres, madres de familia que protestan en las calles exigiendo agua.
A partir de la segunda mitad del siglo pasado, este municipio, así como muchos otros ahora nombrados “Zona metropolitana” se enfrentaron a un reordenamiento masivo, la venta de tierras ejidales y agrícolas para las inmobiliarias, industrias y tiendas departamentales hicieron que estos territorios se urbanizaran a una velocidad impresionante.
En entrevista para Lucha Indígena, Oscar Maldonado, habitante de Atizapán, narra cómo hace 30 años las personas acarreaban el agua de los pozos comunitarios que estaban bajo el control de la comunidad. Tras la potabilización del agua la urbanización se aceleró y la población poco a poco se ha enfrentado no sólo a la escasez de agua, también a la contaminación de sus ríos.
Esta realidad se vive en todos los territorios donde entran en vigor los planes de desarrollo y reordenamiento territorial, como los que pretenden imponerse en territorios nahuas de Tlaxcala, Puebla y Ciudad de México. Atizapán se convierte en un ejemplo de lo que traen estos proyectos a las comunidades.
Sin embargo, la población de Atizapán de Zaragoza ha logrado organizarse, siendo un municipio conformado por migrantes de otros estados de México, con diferentes culturas y con la hostilidad que las zonas conurbadas imponen a sus habitantes, Atizapán se une en la exigencia justa y digna del acceso al agua de calidad para las familias.
Como en otras luchas en defensa del agua y el territorio, son las mujeres las que se sostienen al frente de las movilizaciones pues son quienes día con día tienen que enfrentarse a los problemas de salud en sus hijos que el no tener agua les produce. Pero también, como en otras luchas, la defensa del agua encuentra como respuesta del Estado la represión, como sucedió el pasado 1 de diciembre cuando decenas de granaderos golpearon y reprimieron a los manifestantes que llevaban casi 24 horas de bloqueo en una de las avenidas principales.
La exigencia de los atizapenses es clara: “No queremos más inmobiliarias ni puentes, queremos agua”.
Poco a poco las voces incrédulas con el gobierno hacen eco y la escucha se agudiza en el llamado a tomar el control del agua en manos del pueblo.