Por Roberto Ojeda

Las pretensiones del gobierno regional de Cusco por implementar un proyecto de Campo ferial y centro de convenciones en el terreno de la feria de Huancaro, han desatado un nuevo debate sobre la cultura y la economía cusqueñas. Para entender el tema es necesario hacer un repaso de su historia.

La feria de Huancaro fue establecida en el año 1975 como parte de las fiestas de Cusco, y como una forma de promover al productor agropecuario regional. En mayo de ese año, funcionarios de Sinamos decidieron organizar una feria agropecuaria para el 23 de junio, un día previo al día del Cusco, destinando camiones del ejército para contactar y traer productores de las trece provincias y escogieron la pampa de Huancaro, local que había pasado a propiedad del Estado con la reforma agraria. Ese año hubo 200 campesinos ofreciendo productos directos al consumidor, “de la chacra a la olla” fue el eslogan y se dispuso que el terreno tendría uso exclusivo para productores agropecuarios.

Año a año la feria fue creciendo y el local fue cedido a la organización campesina Fartac, para que organizaran y administraran la feria. Pero a medida que pasaban los años y por los problemas internos de Fartac, les quitaron la administración del local. En realidad fue parte de la política neoliberal de debilitar las organizaciones sociales. Con la creación de los gobiernos regionales, esta entidad asumió el local y la feria.

La feria fue extendiendo su duración hasta una semana (normalmente del 20 al 30 de junio), el resto del año el local no tenía uso. Pero a la feria agropecuaria le añadieron los términos “artesanal e industrial” y así, poco a poco, los productores vieron reducido su espacio y la mayor parte se llenó de stands comerciales y empresariales, recuerdo haberme sorprendido al ver más presencia de venta de colchones industriales por ejemplo.

El año 2004 se materializó una iniciativa gestada por productores en alianza con ongs y municipios, para activar una feria de productores semanal. Los promotores se organizaron en la Asociación Regional de Productores Agropecuarios del Cusco (ARPAC), y gestionaron el Campo ferial de Huancaro que les fue cedido por el gobierno regional (GORE) de entonces. Una vez instalada la feria, se fueron asociando más y más productores que se organizaron en bases distritales, gestionando apoyo inicial de sus respectivos municipios y otras entidades, también hubo los que se organizaron sin apoyo alguno.

Hasta entonces el local seguía siendo un terreno baldío, los organizadores de cada Feria de Huancaro implementaban instalaciones efímeras que se desmontaban, derrochando presupuesto cada año. Los productores de Arpac empezaron a implementar sus puestos a partir de cuotas y trabajo. Pavimentaron sus posos y vías de circulación, techaron los puestos. Fue un trabajo lento e irregular que funcionó como se hace en las comunidades. Cada año, para el mes de junio eran desalojados del local para la realización de la Feria de Huancaro y sólo unos pocos podían participar de la misma.

El año 2010 surgió un proyecto en el GORE para construir en el local un campo ferial y centro de convenciones con todas las comodidades. Pero ahí surgió el problema de qué hacer con la feria sabatina. El proyecto marchó lento mientras la feria sabatina crecía. Los productores tramitaron con las diferentes gestiones del GORE para que les dieran cesión del espacio, recibiendo ofrecimientos en momentos de campaña electoral pero que no se concretaron.

Tras la pandemia, el espacio se había consolidado como principal mercado de abastos en que la población podía acceder directamente a los productores. En momentos de crisis y subida de precios de los alimentos más comerciales, Huancaro se mantuvo como alternativa económica local, dinamizando la economía, pues su público no son sólo consumidores sino también revendedores de mercados y tiendas barriales. Al estar integrada por productores de toda la región, presenta una gran diversidad que se renueva según cada temporada, contribuyendo a la soberanía alimentaria.

No es ajeno a los problemas que padecen todas las organizaciones sociales, sea por problemas en las directivas o dificultad para evitar que se filtren comerciantes entre los feriantes. Pero a la fecha es lo más organizado en cuanto a promoción de economía local y soberanía alimentaria.

El actual GORE ha reactivado el proyecto de infraestructura en el local, ofreciendo construir 1500 stands junto a su centro de convenciones. El problema es que los socios de ARPAC superan los seis mil productores. ¿Cómo se coloca 6000 en 1500 puestos? El otro problema es que la ejecución duraría dos años, tiempo en el que los productores se verían privados de un espacio de venta, sabiendo que luego no podrían volver todos.

Esto sólo motivaría que muchos productores no puedan venir a la ciudad y se vean forzados a vender su producción a comerciantes “rescatistas” que les pagan menos del precio, cosa que sucedía antes de contar con esta feria. Otros se dedicarían a la venta ambulatoria en la ciudad. Los compradores perderían un gran espacio de adquisición y se verían forzados a recurrir a los supermarkets y locales de expendio de alimentos no locales, casi siempre industriales y no saludables, además de someterse a los precios que les impongan.

No hay propuesta coherente sobre el destino temporal de los productores. Tal parece que la medida es contra ellos y contra el Cusco, como una forma de debilitar una de las pocas iniciativas de base que se mantiene exitosa. Quien sabe si es también una forma de represión por haber participado en el estallido social de 2022-2023.

El GORE actual genera desconfianza por su vinculación con el GORE de Ayacucho, famoso por corrupción, y con la presidenta ilegítima del país, que tiene en sus manos la muerte de medio centenar de peruanos. De prosperar esta pretensión sentaría un terrible precedente para otros mercados locales, especialmente los que son barriales, improvisados y temporales. Sería el inicio de una arremetida contra lo poco de soberanía alimentaria que queda en Cusco. Esta ciudad necesita alimentos más que centros de convenciones, que en realidad hay de sobra, sólo que son costosos. Los productores de Huancaro se han puesto en pie de lucha y le toca a todo el Cusco respaldarlos.

Testimonios

Lucio Ccallo, base Ccorca

“Nosotros esta pampa la hemos encontrado pampa libre. El techo, los vaciados todo nosotros lo hemos hecho a cuenta de nosotros, sin el apoyo de ninguna autoridad, a cuenta de todos los socios que hemos aportado nuestra economía. Y aquí, pues, más que todo ahora trabajan un 90% puras señoras. Yo traigo lo que produzco, traemos haba verde, chuño, moraya, papas nativas de la chacra que ahora estamos escarbando. Como usted ve tenemos productos frescos. Todo lo que producimos en el campo traemos. Para las tiendas comerciales de todo el Cusco nos compran por arrobas y ellos ya lo venderán a otro precio.”

 

Base Paruro

“En acá están las 13 provincias del Cusco. Traemos de cada provincia lo que trabajamos. Paruro trabaja trigo, maíz, haba.  Nuestra asociación está conformado en transformación. Nuestro producto de trigo lo transformamos en pan, el maíz en mote en cancha, en maicillo para los usuarios. Una vez a la semana vendemos. Entonces traemos producto fresco y más sano y más natural. Digo esto porque nosotros también comemos este producto que trabajamos, no trabajamos con insecticidas, trabajamos con abono orgánico. Nosotros traemos con más garantía, entonces sin este mercado no habría otra opción. Para los productores como para los compradores este mercado es bien servicial. Ya estamos aquí 21 años.”

 

Sonia Rojas Huarcaya, Base Huaro

Somos más de 5000 productores y estaríamos muy perjudicados si se cierra el mercado. También estarían perjudicados las amas de casa. El presidente de la región nos ha comprometido que nos iba a ayudar, ahora resulta que está en nuestra contra, se ha aprovechado de nuestros votos y ahora no da cara.

Yo traigo de Huaro, Quispicanchi. Somos productores de maíz, elaboro  pan de trigo con maíz chullpi. Producimos de todo. Pediríamos un apoyo porque es cierto que aquí miles y miles vienen los consumidores a comprarnos directamente, vienen por la yapita (aumento) por el precio un poco más cómodo y el producto fresco.