Contexto Venezolano (1ra parte)
El estado venezolano ha decidido recuperar la Zona del Essequibo que aunque estaba administrada por su vecina la Guayana nunca había dejado de estar en disputa.
Tras un referéndum que según el gobierno llegó a 10 millones de votos a favor, el estado ha iniciado un plan de recuperación y defensa del territorio del Essequibo. Esa es la noticia.
Pero las noticias son un detalle que fuera del relato de los territorios y los pueblos no nos dicen nada y terminan siendo un distractor más en el mundo de la velocidad y la información.
La siguiente es una conversación con Juan Carlos La Rosa, activista territorial, versador y amplio conocedor del contexto indígena y social en Venezuela.
El conflicto funcional al estado venezolano
En este momento de la vida política en Venezuela la tensión le es funcional al gobierno y a la oposición proselitista clientelar.
Lo proselitista clientelar es esta cosa lineal de hacer ofertas electorales y usar la política en una relación de promesas que generalmente son casi imposibles de cumplir. Es la relación con el estado como cliente o socio, y que ha ido corporativizando el estado venezolano. Los estados han sido siempre corporativos, pero cuando son ya un claro reflejo de intereses enquistados que lo controlan y no de la expresión democrática es cuando el estado está más en crisis.
Y eso sirve para que el sistema mundo le ponga nombres a eso. Porque esa manera de nombrar y clasificar los estados tiene que ver con la manera de entender la relación con los recursos que hay en esos territorios y el plan para hacerse de esos recursos.
Un estado fallido es más fácil de saquear. En todo el mundo hay de eso.
Muchos no se han dado cuenta que la polarización que se acaba de dar con el tema de Essequibo, le ha funcionado a nivel mediático. O sea, lograron que en el país se hable del Esequibo por varias semanas.
Y ahora se sigue hablando porque el gobierno tiene una agenda de protección del territorio Essequibo, una ley que aprobaron a mano alzada en una asamblea nacional que no se corresponde con cómo está el país en términos políticos.
Aun así, en el referéndum el consejo nacional electoral anuncia que votaron 10 millones de venezolanos.
¿10 millones? Es inexplicable. Ni Hugo Chávez en su mejor momento logró jamás esa cantidad de votos.
Una votación como ésta supondría grandes colas y las únicas colas que había eran funcionarios que llevaban lista de quién votaba y quién no, reclutas del ejército o de instituciones militares (aquí los militares votan desde 1999), estudiantes de la universidad de las fuerzas armadas; pero el resto, los ciudadanos, no acudieron masivamente a nada.
Así es como se siente, aunque puedan dar el detalle de esta cosa trasnochada de creer que es el momento de por fin sacar los papeles y mostrar todo lo que ha sido el esfuerzo venezolano legítimo de recuperar el territorio.
Hay dos teorías sobre a quién le pertenece el Essequibo. Hay una teoría Venezolana y una teoría guyanesa. La teoría venezolana es la española y la guyanesa pues es la del imperio británico.
Pero ambas teorías olvidan algo fundamental y es que los territorios que están en reclamo son los que se heredaron del tiempo colonial y mantienen el criterio colonial de que ahí no había nadie, de que ahí no existe nada, no hay seres humanos o seres vivos.
En la cabeza de ambos estados, el Essequibo es un territorio inhóspito e inexplorado que es necesario que le sea funcional a la empresa colonial.
Estamos hablando de estados con una enorme educación extractivista heredada de su educación en la colonia. Por eso las expediciones que hubo desde ambos estados fue para buscar oro. No querían otra cosa. No buscaron comprender a nadie, ni encontrarse con nadie.
Y tú puedes preguntar: ¿Quién vive en el territorio essequibo?
No me siento en condiciones de hablar en nombre de la gente que tiene nacionalidad guyanesa, pero si preguntas a cualquier venezolano o venezolana, qué pueblo vive ahí, no saben.
El tema poblacional siempre va a ser un problema para los pueblos indígenas porque frente a tantos años de colonización terminan siendo una minoría. Por otro lado, el territorio es siempre mayor. Es enorme y mayor que el de los colonos guyaneses.
Todo el Essequibo es habitat y tierras de los Waraos, Kariñas, Arawakos, Akawaios, Pemon Arekunas, Patamunas, Macuxi, Wapishana y Wai wai desde tiempos inmemorables.
De origen Arahuac habrán 20 000, y de origen Wapishana 10 250. Pemones hay 5000 apenas.
Todo eso representa el 10 % de la actual población de todo el Essequibo.
Hay afroguyaneses, 30 % e indoguyaneses, que serán 42 % de la población.
Esa es la realidad poblacional del Essequibo, pero la mayor parte del territorio, en términos occidentales es territorio despoblado y por lo tanto, aunque viven allí desde siempre, estos pueblos son desplazables.
Todos ellos, incluso los indo y los afros van a sufrir las consecuencias del esfuerzo de saqueo de ambos lados si escala este conflicto vergonzosamente proselitista y demagogo.
Intuyo que la cultura guyanesa puede estar muy cercana a la visión de esa selva pero también ignorando las otras soberanías de los pueblos que existen allí.
Venezuela vive de espaldas a la diversidad que declaran el estado y la constitución. Sólo sirve instrumentalmente y como vitrina de un estado que dice que toma en cuenta los derechos indígenas.
Tengo 53 años y en toda mi vida, en el proceso de lucha territorial en Venezuela, la única ventaja que yo pudiera ponerte es que antes nos ignoraban, antes no sabían quienes éramos, antes el estado nos desconocía.
Ahora, la actual administración que está allí desde hace 24 años nos conoce bastante.
Algunos compañeros del proceso están metidos en el gobierno trabajando para el despojo. O sea la gente social se puso a favor de eso, desde uno de los lados del péndulo del poder que es la izquierda. Alguna vez estudiaron nuestra música, nuestras costumbres y lloraron con nuestros ancianos la muerte de una lengua.
El pueblo Pemon en la frontera con el Essequibo
A Lisa Henrito, que es capitana de la comunidad indígena de Maurak, colindante con Brasil le preguntaron si el Essequibo era venezolano o Guayanés y ella dijo: “Si me presionan yo les diría que es Pemón. Pero además hay otros 8 pueblos que viven allí y que seguramente tendrían diferencias con esta aseveración; porque esto de decir qué es mío y qué es de otro es algo que aprendí en la escuela, no en mi casa. Esa no es nuestra manera de entender el territorio.”
Así respondió valientemente en un momento cuando la estaban acusando de ser agente de la CIA.
Todos los pemón caribe, porque es un pueblo de origen caribe, aunque hayan nacido en lo que ahora se llama Venezuela, tienen familia en eso que ahora llaman Essequibo.
Luego de la masacre de Kumarakapay (2019), llegó un momento muy duro en la vida del pueblo pemón cuando fueron desplazados por la operación militar Puño de Acero que quería golpear el alzamiento indígena asociándolo a actos opositores y que coincidía con otra operación del lado brasileño llamada Anillo de Acero, que quería encerrar en un campo de concentración a los desplazados pemones del lado venezolano tanto como a los pemones que históricamente han vivido en Brasil.
En ese momento, muy difícil para Lisa, en medio de la tragedia, lo más natural fue desplazarse entre lo que es Essequibo, Brasil y Venezuela para garantizar su vida acompañada de algunos hombres y mujeres de la guardia indígena.
El pueblo Pemón
El pueblo pemón es el único que tiene una guardia indígena en los términos que se conocen culturalmente en otras partes y en otros territorios indígenas de Latinoamérica.
Uno de los primeros pueblos con gobierno propio en una situación muy difícil y conflictiva que es la fiebre del oro en el sur.
Los pemones habían devenido en esclavos de la minería irregular, ilegal y legal; fueron muy reprimidos, sus cuerpos comercializados. La trata de hombres, mujeres y niños fue terrible.
Ellos se alzaron y les quitaron las minas a los mineros, entre ellas una muy sonada administrada por el ejército. Eso sucedió en el 2010, 2012. A partir de ese momento los pemones se reúnen en asamblea y deciden crear el Consejo de Caciques Generales del Pueblo Pemón que toma la administración de estas minas y decide seguir explotando porque dicen que no se puede levantar la defensa del territorio sin recursos.
“Estábamos muriéndonos de hambre producto del oro, ahora vamos a vivir del oro.”
Por supuesto los mayores no estaban de acuerdo con los jóvenes y adultos, dijeron que iba a hacer daño y todavía están muy preocupados por eso.
Y, bueno, ahí cuenta el valor oro por encima del dólar, de la moneda brasileña y del bolívar.
En esa zona, uno compra y paga en oro. Un litro de gasolina puede costar fácilmente 20 dólares. Es una cosa bárbara. Así se vive allá y así se pagan las cosas.
Al mismo tiempo, esa decisión les permitió fortalecer la guardia indígena.
Y eso les permitió resistir cuando los mineros intentaron desalojarlos con el ejército. Ellos lograron reducirlos y luego negociaron y entregaron a los efectivos que habían sido capturados. Pero era el ejército tratando de sacarlos de una mina y tratando de desplazar a 2 comunidades. Los apoyamos todos los pemones de todas partes de Venezuela. Incluso algunos del gobierno.
Sigue siendo un conflicto que la base económica de esa autonomía, de ese autogobierno sea el oro. Y te lo cuento porque es el sujeto más fuerte en el conflicto de los pueblos indígenas.
Y Lisa Henrito, que es ahora una de las voceras que tiene licencia sobre todo esto del Essequibo, dice también: “Nos están obligando a estar en medio de una guerra que es para desalojarnos de ambos lados, para saquearnos.”
Las primeras reservas no fueron descubiertas sobre la tierra sino en el mar del Essequibo, pero es fundamental poseer el Essequibo para explotar eso.
Además es evidente la existencia de importantes yacimientos de petróleo en el territorio, así como la presencia de oro, coltán, baucita, diamante y otros minerales estratégicos.
El arco minero
En realidad, el estado venezolano y la actual administración son lacayos de intereses imperiales precisamente en el saqueo del territorio porque justo al lado del Essequibo está el arco minero que es el 12.2% del territorio venezolano entregado al saqueo.
Y no son las transnacionales, porque hace tiempo que ellas entendieron que el modelo africano es mucho más rentable. Ese territorio se ha entregado a bandas criminales y a grupos irregulares, algunos de Colombia, y otras que se han creado en Venezuela, que administran ese territorio y lo controlan militarmente.
Lo único que se opone a todo eso es la defensa territorial pemón, con quien el estado ha tenido que negociar.
Fíjate una cosa, un dato más.
Ahorita se está discutiendo la ley que declara que la base de la fuerza militar para la operación de defensa y recuperación del Essequibo va a estar en Tumeremo. Ese pueblo, históricamente minero, cercano a la Guayana, está administrado por una banda criminal cuyo nombre es El Sistema.
Apenas tú llegas allá en un carrito o en un autobús, tu nombre, tu cédula y una pequeña investigación que dice quién eres inmediatamente está en manos de la estructura de vigilancia de esa banda. Si eres maestro, activista, militante de alguna organización, si tienes algún prontuario criminal. Funciona como un estado más. Todas las autoridades civiles y una parte de las militares se le subordinan.
Allá el papel que han jugado las fuerzas militares es servir como de aduana, de alcabala. Están en la periferia garantizando que el estado siempre cobre por todo lo que hagan los grupos irregulares.
De hecho, algunos de estos grupos tienen fundaciones y administran programas del gobierno como pueden ser la distribución de comida, la distribución de la gasolina y del combustible diesel; lo que hace terrible el desplazamiento para los pueblos indígenas en territorios donde la mayor parte de las vías son fluviales.
O sea, el estado va a instalar una base en un lugar controlado por las bandas criminales que han sido socios de ellos en la minería de oro.
Entonces con algún riesgo que corro al decirlo, les diría que si están hablando de soberanía, al menos recuperen el lugar donde han decidido poner la base, que al menos se lo devuelvan a los venezolanos que viven allí, o a los pemones que viven allí que se consideran venezolanos.
Por supuesto no estamos aprobando nada de lo que están haciendo, pero es vergonzoso que declaren que desde Tumeremo van a recuperar el Essequibo mientras la gente de Tumeremo vive con miedo, en silencio porque allí no existe la prensa libre, la radio libre; ni siquiera el propio alcalde toma una decisión, tiene que hacer silencio porque si no, muere.
Estamos hablando de una banda que mata a la gente. Paramilitares con un enorme nivel administrativo que yo no sé si existió en Colombia alguna vez. Dirigen a todo el mundo y dirigen toda la economía del lugar que es la economía informal del oro.
Aún así, no podría decir que es la población la que explota. Algunos trabajan casi como esclavos en la minería. Así como mucha gente sale del país, mucha se va al sur a trabajar a las minas.
Porque ganarse unas onzas de oro que es como se les paga, representa mucho pero a un riesgo de vida terrible. Se trata de minería aluvional que usa mercurio para separar el oro residual del lodo. No son sino minas que para sacar una onza de oro o de coltán tienen que remover 14 toneladas de tierra y de capa vegetal; o sea destrucción de la tierra, destrucción del territorio.
Allí no hay empresas instaladas. Hubo un intento de los rusos y de los chinos, pero les resultaba más conveniente crear la zona económica especial del arco minero, que es una zona donde, por decreto presidencial, no se puede por ejemplo protestar, la prensa está restringida. Están violando todas las libertades constitucionales.
En esa zona se certificaron una cantidad de empresas que no funcionan en el lugar sino en esa periferia fiscal que puede estar en el caribe venezolano o en Londres o en algunos sitios de Europa y allí certifican el oro que sale ilegalmente del país en avionetas, ya sea de bases militares o de aeropuertos irregulares que los militares saben donde están.
De hecho, sólo un 30% de ese oro es declarado por el estado venezolano para su comercialización. El resto del oro del arco minero sale por negocios de particulares para que estas empresas lo certifiquen y lo conviertan en oro limpio de sangre, porque la verdad es que sacarlo y producirlo cuesta vidas y cuesta sangre.
Son miles de masacres que suceden en las minas porque alguien se guardó una onza de oro en un bolsillo, porque alguien decidió informar, o vio algo y lo dijo donde no debía. Un control absoluto de esas bandas y el estado venezolano se entiende con ellas.