Por María Elena Aguayo Hernández

Miles y miles de años tuvieron que pasar para que la Vida fuera posible; en este Planeta llamado Tierra.

Vida diversa, vida sosteniendo la Vida.

La Vida que es de todas, de todos, de todexs,  de nadie.

Vida que sostiene Tú vida, Mí vida, Nuestra vida.

La Vida de tod@s, libre, diversa, creadora de más vida, de tod@s, de nadie.

Ninguna ley, ni ningún poder sobre la Tierra tiene derecho a disponer de la Vida.

Los pueblos originarios de Abya Yala, y del mundo saben la importancia que tiene la vida porque  la han defendido de la depredación de quien se cree dueño de la vida.

En Abya Yala, han transcurrido más de 500 años. La memoria de sus muertos, les siguen acompañando para resistir dignamente a las nuevas mentiras que vomita el decadente sistema capitalista que ofrece mentira, engaño…muerte.

Ellas, ellos, los originarios han sido testigos y han sufrido persecuciones, encarcelamiento con delitos prefabricados, despojos, genocidios, infanticidios, culturicidios, feminicidios. Así también han visto como la Madre Tierra ha sufrido tantos ecocidios.

La feroz hidra capitalista tiende sus tentáculos.

Cambia de piel y busca seguir depredando la vida; con la complicidad de gobiernos de izquierda, de derecha, del centro que para el caso son lo mismo.

Estados-nación; que han fragmentado el territorio-agua y comparten el poder con los capitales financieros; con las mafias y con los grupos castrenses.

El odio, el racismo, el desprecio van extendiéndose y dejando a su paso el páramo, la muerte, la desolación, la angustia, el miedo, la impotencia. Pero también la rabia, la resistencia y la rebeldía.

Era un 17 de noviembre de 1994, pocos meses después del Ya Basta!,  cuando allá en la selva lacandona nuestros hermanos zapatistas decían:

“En esta tierra va la casa de nuestros muertos más grandes. Nosotros somos los muertos de siempre, los que tenemos que morir para vivir. Somos la muerte que vive. Ésta es la muerte que da vida a nuestros hermanos todos.” https://enlacezapatista.ezln.org.mx/

Rebeldes, insurrectos zapatistas que un 1° de enero de 1994 se cubrieron el rostro para ser vistos, para ser escuchados. El ¡Ya Basta! Retembló en varios rincones y cimbró a la cínica, soberbia, criminal y demente clase política.

La palabra verdadera, la que no ha dejado de caminar y de interpelar a la otra, al otro, al otrexs para que la puedan escuchar  ha hecho eco en muchos corazones que vienen juntándose; escuchándose; compartiendo dolores; experiencias; saberes para tejerse; para defender la vida.

Mujeres, hombres, otrexs, que han cruzado fronteras.

Fronteras que han servido para dividir y enfrentar a los de abajo en guerras absurdas, criminales; que sostienen al  sistema capitalista.

Que la palabra fluya como fluyen las aguas de los ríos; de los arroyos; de los mares; de los océanos.

Que los vientos esparzan la palabra cabal. La palabra de los pueblos originarios, la que no ha claudicado porque es palabra que lleva Amor y Esperanza.

Que la palabra siga tocando corazones; y estos puedan llegar al acuerdo, y trabajar.

Que la palabra florezca, para alimentar, sanar y preservar la Vida en Común, la que han caminado los pueblos originarios; y hoy nos invitan a caminarla para hacer posible otros mundos.

“Nuestra lucha es por la Vida”, ya lo dicen los compañeros zapatistas.

 

Sí a la Vida! No a la guerra!

Ni perdón! Ni olvido!

Hasta que la Dignidad y la Justicia se hagan costumbre!

 

26 de mayo de 2024