Notas sobre el libro del 30 aniversario del EZLN.

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  1. El libro es genial, porque recupera uno de los posicionamientos más importantes del EZLN ante la sociedad civil y el Estado, que es ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? Es un posicionamiento y unas interrogantes que tienen muchos interlocutores y que, en el caso de la sociedad civil, encuentra un eco significativo y coyuntural, pues muchas y muchos comenzarán entonces a preguntarse desde sus propios escenarios y desde sus propias desigualdades, injusticias, violencias y demás cosas que sufren, ¿quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? Si el surgimiento del EZLN es por sí mismo un parteaguas en la vida pública y política de México y del planeta, más lo es por la respuesta que dan al mal gobierno que pretende desvirtuar y negar su lucha y su realidad. Además, que estas preguntas sean retomadas para el 30 aniversario del EZLN y que nos haga reconstruirlas o resignificarlas al momento presente es fundamental, porque lamentablemente, esas preguntas siguen sin obtener respuesta, a 30 años del EZLN y siguen buscándola, no solamente desde Chiapas, sino en muchos lugares del planeta.
  2. Además, que el libro se construya a partir de los grabados de 30 artistas o grabadores y que muestran al EZLN desde diversas miradas y estilos, es una idea excelente, porque hay que resaltarlo, los grabados son hermosos. Es una forma de llevarnos a mirar al EZLN con otro significado, uno más entre los muchos, los miles que podemos tener quienes nos hemos identificado con su lucha o para quienes no hemos sentido escuchados en su sentir. Me parece que esta idea nos abre otras posibilidades, en las que el arte se reafirma como una manera crítica de pensar y de ser, que traspasa las fronteras de la palabra o que busca otra palabra, la del arte, la del grabado, para decirnos algo valioso, importante, hermoso. Son 30 voces que vale la pena sentir, ver, pensar, escuchar.
  3. ¿De qué nos van a perdonar? Es una pregunta que resuena nuevamente hacia la sociedad civil y el Estado, pero ahora también desde las voces de distintas luchas e injusticias que se viven lamentablemente en México y otras partes del planeta, como Honduras, Nicaragua, Haití, Estados Unidos, Italia y otros más. Es triste saber que las preguntas siguen sin responderse, porque el Estado sigue siendo igual o peor, sigue persiguiendo, reprimiendo, matando, sirviendo al gran capital, siendo Estado pues, pero ahora se ha nutrido del narco y de otras formas de violencia. Por ello esas voces o testimonios son más duras que antes, pero también duelen más, porque ahora tenemos más violencias, más injusticias, no solamente las de antes, también las hay las de estos tiempos, donde el capitalismo y el Estado han encontrado otras maneras de reprimir, de despojar, de perseguir, de secuestrar, de violar, de matar, de destruir. Ahora las preguntas tienen más voces que las hagan suyas, las de miles de personas desaparecidas, las de miles de mujeres violentadas, violadas, asesinadas, las de miles de personas perseguidas y reprimidas por defender la tierra, el agua, la vida; las voces de miles de migrantxs que cruzan miles de kilómetros de sufrimiento en busca de un mejor lugar para vivir, la de miles de personas asesinadas por las mafias del narcotráfico, las de miles de personas desplazadas por la represión y la violencia, las de miles de indígenas perseguidos, despojados de sus territorios, reprimidos y asesinados en todo el planeta, las de todas las personas que sufren a causa del capitalismo, porque algo les ha quitado, porque de alguna forma les ha violentado. El libro no podía recordar de mejor manera el 30 aniversario del EZLN, por difícil que sea, porque eso nos abre la posibilidad de pensar que su lucha es la nuestra, aunque sea poquito o mucho nuestra, porque todxs hemos sufrido y sufrimos al capitalismo, al Estado, al narco, en mayor o menor medida. Más aún, porque da voz a otras luchas y resistencias, visibiliza otras injusticias y violencias cotidianas, cuestiona en voz alta al Estado, busca encontrar ecos en la sociedad civil. Cierto es que, quizás, quienes debamos pedir perdón somos gran parte de la sociedad civil, porque hemos permitido que los malos gobiernos sigan destruyendo nuestras vidas y nuestros mundos posibles, no hemos sido capaces de frenar su destrucción, no hemos sido capaces de frenar las violencias del capitalismo, si acaso hay que pedir perdón, es a todas las voces que se hacen presentes en este libro, por no haber podido escuchar a tiempo, por no haber podido ser parte vital de su lucha. Y aunque hemos intentado luchar desde nuestros espacios, no siempre ha sido como quisiéramos, como quizás deberíamos.
  4. En nuestro caso, la Brigada Dr. Ignacio Martín-Baró, hemos hecho estas preguntas nuestras preguntas, hemos tratado de resistir y ser parte de diversas luchas, además de las nuestras, para resistir los embates del Estado y del capitalismo. Más de 25 años de luchar desde diversos espacios para exigir justicia para quienes merecen justicia, de exigir alto a la violencia a quienes violentan y de exigir alto a la depredación capitalista en todos los lugares donde esta ocurre. Aprendimos que estas preguntas eran tan nuestras porque también podíamos preguntarlas como lo hacen en el libro, en nuestro propio espacio y desde nuestras propias vidas. Luchar, aunque sea de a poquito, se volvió algo cotidiano y se convirtió en un espacio de resistencia, creo que solamente por el mero hecho de existir. Pero hemos estado en cientos de marchas, mítines, luchas, movimientos, resistencias, causas, de otrxs compas como en las nuestras y, al fin y al cabo, con errores y aciertos, hemos aprendido a seguir, porque seguir ya es una forma de resistir, porque el Estado no quiere resistencias, quiere paciencias y conformidad.
  5. Por ello, el cierre del libro es genial, porque nuevamente el EZLN nos muestra el camino que seguramente marcará el nuestro, en este caso, apuntan a resistir a uno de los pilares del capitalismo, que es el de la propiedad. ¿De quién es la tierra? ¿De quién tiene un papel que dice que es suya? Conviene recordar la máxima del zapatismo, esa que dice que la tierra es de quien la trabaja. Por ello, hablar de una propiedad que no es propiedad, que es tierra común, de la colectividad, apunta a cuestionar una parte fundamental de nuestros significados sobre la vida misma, la del capitalismo en la que uno es alguien si tiene propiedad, porque si no tienes, no eres nadie. La propiedad es una pieza fundamental de la especulación capitalista y es una pieza fundamental de su depredación. Privatizar la tierra, el agua, la vida, es lo que busca el capitalismo y que solamente unxs cuantxs sean dueños mientras miles o millones sean los “sin nada”, sin tierra, sin agua, sin vida. La tierra es vida y la vida no puede ser de alguien, tiene que ser de todxs, pero esto se contrapone a los sentidos y significados que tenemos sobre la vida, en la que hemos aprendido que no es de todxs, sino de unxs cuantxs, porque la vida es para quien puede comprarla, pagarla, robarla, despojarla. Tierra es espacio y todxs necesitamos un espacio donde fundar nuestra identidad, pero no en un sentido individualista, sino colectivo, porque la identidad es social, no individual, por lo que podríamos pensar en que el espacio y la tierra nos puede dar una identidad colectiva. Las comunidades zapatistas en resistencia nos dan cuenta de ello, como lo muestra estos 30 años de lucha y autonomía, las niñas y niños se saben zapatistas, se saben rebeldes, se saben felices, se saben comunidades en resistencia. Seguramente la lucha zapatista seguirá siendo por mucho tiempo un parteaguas en nuestras luchas o en nuestras vidas, aunque parezcan no estar tan presentes como antes, están tan presentes porque siguen resistiendo y, sobre todo, siguen aprendiendo a vivir en resistencia, en autonomía, sin los partidos políticos, sin el Estado, lo más lejos posible del capitalismo. Eso y los testimonios presentes en el libro, de una u otra forma, nos debe seguir haciendo pensar que es el Estado y el gran capital, quienes debieran pedir perdón, aunque nunca se los vamos a otorgar.