Por: Pepe Mejía, desde Madrid

En la frontera entre Haití y República Dominicana se baja a los infiernos. Un infierno en donde habitan seres humanos sin agua ni luz eléctrica. Desde sus endebles tejados recogen agua de las lluvias.

El racismo hacia los haitianos y haitianas está presente en la vida cotidiana. La militarización, las detenciones por perfil étnico también.

La frontera es un puente -que debe ser de encuentro- pero se levanta un muro, el muro de la deshumanización. Todo esto lo describe con detalle Evaristo Villar, profesor emérito de teología bíblica y ciencias de la religión en el Instituto Universitario de Teología de Madrid y autor del libro “Migraciones en la frontera haitiano dominicana”.

Sólo el año pasado se expulsaron a 251.000 personas, según la Dirección General de Migración de República Dominicana. La expulsión en caliente es habitual.

Para Johanna Cilano, investigadora para el Caribe de Amnistía Internacional, el recrudecimiento de las medidas es “de facto racista”: “El volumen de detenciones es enorme. Y los operativos migratorios se realizan de noche o madrugada, por cualquier fuerza pública, que a veces ni se identifica, e incluso frente a los trabajos de los migrantes en los días de paga, para asegurarse de pillarlos. El impacto de esto es inmenso; es similar a las políticas migratorias de Estados Unidos”.

Pero también hay un espacio para el calor humano, la solidaridad el afecto y el acogimiento. Valores que en el norte vamos perdiendo como la vejez sigue en aumento en esta Europa arcaica, sin contenidos ni valores.

Desde su inicio, Evaristo señala esa bipolaridad incoherente que es viajar desde esa Europa envejecida, de potentes muros y mucha oscuridad con la alegría de bebés, el llanto coral, acentos, colores y olores muy diferentes y muy vivos que ya percibe en el avión.

El autor también habla de los motivos para salir de esos países. Esa necesidad existencial y lo que él llama “la mordida del hambre” y que muchas veces termina en tragedia.

Evaristo es un fan de Jean-Bertrand Arístides. El primer presidente constitucional que en 1990 despertó en Evaristo su apoyo a la justa liberación de este pueblo, rompiendo con la esclavitud colonialista, pero nuevamente sometido a la inhumanidad neocolonial.

La vida transcurre alrededor del mercado. Y las desigualdades afloran. La República Dominicana cosecha y Haití compra.

Gente sin tierra, sin patria, sin raíces. Alojamientos construidos con tela proveniente de ropa vieja que viene de Francia. ¡Qué paradoja!La colonia extrae materias primas y devuelve harapos.

El hambre está presente y quien peor lo pasa es la infancia. Niños y niñas de dos años que no pueden caminar por falta de leche, calcio, comida. En Haití no se pasa hambre, se come a veces. Habitual es estar todo el día, hasta las cinco de la tarde, sin comer.

En la República Dominicana se trabaja sin contrato. Existe el contrato verbal y el patrón habitualmente lo incumple. Te prestan 10.000 y tienes que devolver 20.000. En la construcción te pueden despedir en cualquier momento y sin indemnización.

Cuando un migrante va al hospital, como no tiene seguridad social, tiene que comprar los medicamentos y demás servicios médicos. Pero en estas zonas rurales no hay recursos para hacer frente a los gastos.

Evaristo Villar autor del libro «Migraciones en la frontera haitiano dominicana»

Evaristo es muy valiente señalando el nefasto papel de algunas ONGs. Hay ONGs que viven del migrante, sin que éste reciba los servicios que se han pagado para él. No está bien empleado el dinero público que se destina a la población migrante.

El racismo no es propio de los países del norte. Existe mucho racismo y discriminación en República Dominicana contra el haitiano.

Y como es habitual, la sociedad empobrecida se solidariza con la población migrante. La clase alta desprecia al migrante y las autoridades persiguen y reprimen.

Como en toda frontera existen la corrupción y el contrabando,  alentados y protegidos por las propias autoridades. Vivir de la pobreza y de las necesidades.

La presencia de Estados Unidos tiene un apartado especial. Denuncian la presencia de Estados Unidos en Haití para asegurar su control y presencia en el canal de Panamá. El territorio es estratégico para la instalación de nuevas bases. Y, además y cuestión muy importante, encubren la corrupción.

Estados Unidos aprovechó el terremoto y con el pretexto de enviar ayuda humanitaria aumentó su presencia, por ejemplo, cerrando el aeropuerto e impidiendo que llegaran o aterrizaran aviones con ayuda venidos de Francia. EEUU se desplazó a la zona minera donde se extrae oro. Además, quiere controlar la ruta comercial del Caribe.

La religión sigue siendo muy dominante en la República Dominicana. Ahora hay más de otras religiones. Los protestantes han pasado de un 5% de presencia a un 20%.

Colonización. Arístides reclamó a Francia la restitución y reparación de los 150 millones de francos oro que Francia les cobró después de la independencia. Es decir, Haití, país colonizado, para salir de su esclavitud tuvo que pagar un precio económico por su libertad. La pagó pero se quedó empobrecida de por vida.

Uno de los apartados más interesantes que contiene “Migraciones en la frontera Haitiano-Dominicana” es la referida al magnicidio o asesinato del presidente Jovenel Moïse. Envuelto en un enigma interesado, para Jean Clebert Elouis se planeó en la empresa CTU en Estados Unidos.

Llama la atención la implicación de CORE GROUP, que estaría compuesto por los embajadores de Alemania, Brasil, Canadá, España, Estados Unidos, Francia, la Unión Europea, el representante espacial de la OEA y el representante especial de la ONU. Ningún representante de Haití. Sin embargo, su objetivo: poner a Haití bajo la tutela de la comunidad internacional y acabar con su soberanía.

Después del magnicidio la situación ha empeorado en todos los niveles.

Mientras las grandes potencias colonizadoras, con sus cómplices en la burguesía nativa, tengan aseguradas sus niveles extractivistas, de explotación y dominio, se mantendrá la situación de pobreza, hambre y racismo.

Porque Haití es la segunda mayor reserva de iridio (Iridium) del mundo. El petróleo  de Haití supera con creces al de Venezuela.

El colonialismo se mantiene como en Gaza. En unos arrasan con tanques, aviación y realizan un genocidio y en otros países mandan a las ONGs y utilizan la ayuda humanitaria para mantener el control y, sobretodo y por encima de todo, el flujo de materias primas a países del norte.