El pasado 6 de febrero de 2023 fallecía en Madrid el compañero y revolucionario internacionalista, ché Pereyra. El pasado 10 de febrero de 2024 el “Gallego” recibió un cálido homenaje en la Plaza de los Comunes, local, su local, al que asistió tantas veces.

Alrededor de 70 personas, entre ellos y ellas viejos militantes y jóvenes, asistieron al homenaje.

El acto se inició con unas palabras de introducción pronunciadas por Raquel, compañera e integrante del Grupo de Base de Hortaleza de Anticapitalistas, organización a la que perteneció Daniel Pereyra. Manuel Garí, que compartió militancia con Daniel en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR-IV Internacional), en Anticapitalistas y amigo personal, acompañó en la magnífica conducción del acto.

Un ramillete de amigos y amigas, compañeros y compañeros, tomaron la palabra para recordar a nuestro entrañable camarada.

Roberto Montoya, quizás una de las personas que más conocía a Daniel y con el que compartió militancia en la LCR. Jaime Pastor, editor de Viento Sur, compartió militancia en la LCR y Anticapitalistas, amigo entrañable. Andrea Benítez, La Turca, militó en el PRT. Compañera y amiga de Daniel al que conoció ya en Madrid. Pancho, amigo y compañero entrañable. Ruso, compañero en Anticapitalistas y amigo íntimo que acompañó a Daniel Pereyra hasta en los últimos momentos. Miguel Urbán, eurodiputado y amigo de Daniel con el cuál compartió militancia en Anticapitalistas. Txema Abaigar, compañero en la LCR, compartió militancia en Anticapitalistas con Daniel. Silvina Rabach, ex compañera de trabajo en Istas. Judith Carreras, compañera, amiga y aliada del Ché Pereyra.

Por video conferencia estuvieron presentes Eduardo Lucita, Jorge Muraccioli y Osvaldo.

Pepe Mejía, miembro del Consejo de Redacción de Lucha Indígena, y que compartió militancia con Daniel Pereyra en la LCR, Espacio Alternativo, Izquierda Alternativa y Anticapitalistas pronunció unas breves palabras.

Julia y Alberto Pina, ambos jóvenes militantes de Anticapitalistas y miembros del GB de Hortaleza, cerraron el acto.

En todas las intervenciones recordamos al que fue nuestro compañero Daniel Pereyra, histórico militante en las filas del marxista revolucionario, cuya trayectoria internacionalista sigue inspirándonos en las luchas del presente.

Daniel Pereyra participó en varias expropiaciones con el fin de apoyar el levantamiento campesino que dirigía Hugo Blanco en los valles de Lares y La Convención. Movilizaciones que dieron punto final al gamonalismo y al régimen de hacienda en el Perú. Daniel estuvo preso varios años en diferentes cárceles de Perú. Posteriormente viajó a Argentina y de allí tuvo que salir para evitar la represión de la dictadura militar. Recaló en Madrid y siguió militando en diversas organizaciones ligadas a la IV Internacional.

El homenaje a Daniel es también un homenaje a Juanita

En mi intervención destaqué que el homenaje a Daniel Pereyra no se concibe sin un homenaje a Juanita Perelstein, compañera, militante y bastión de fortaleza.

Conocí al Gallego cuando tenía 22 o 23 años. Me impresionó su audacia porque actuaba con decisión. Como miembro de la Brigada Túpac Amaru, su primera acción fue “expropiar” una sucursal del Banco Popular, perteneciente nada menos que a la familia del presidente Manuel Prado.

En mi intervención destaqué que la formación política ha sido una de las huellas que me dejó el ché Pereyra. El estudio era una constante. Militando ambos en la célula Latinoamericana de la LCR, reflexionábamos, debatíamos y organizábamos la acción política en los distintos frentes. Compartimos enseñanzas con otras militantes. Algunos están presentes hoy aquí como Roberto Montoya, con el cual me place haber compartido muchas batallas. En el aspecto político Daniel Pereyra tenía muy clara la necesidad de construir un partido revolucionario y una internacional revolucionaria. Siempre defendió el funcionamiento democrático y la consulta permanente a las bases. Un programa anticapitalista y una política clara y de respeto hacia los movimientos sociales como el feminismo y la ecología entre otros.

Amigo de sus amigos y camaradas, reunía la dureza del acero con la ternura. En nuestros encuentros siempre había un espacio para preguntarme sobre mi situación personal. Eso también destacaría de Juanita. Esa humanidad a flor de piel y ese interés permanente de cuidar a los y las suyas.

El encuentro entre Hugo Blanco y Daniel Pereyra

Una de las imágenes que guardo con mucho afecto y orgullo fue el encuentro que mantuvieron aquí, en Madrid, Hugo Blanco y Daniel Pereyra. Se miraron, dudaron en abrazarse y se fundieron en un gran abrazo. Los pocos que estuvimos quedamos como hipnotizados y sin movernos. Habíamos asistido a un hecho histórico. Dos personajes. Dos mitos. Dos personas. Dos combatientes contra el capitalismo.

Cuando los Tribunales Militares sin rostro de Fujimori me condenaron a 25 años de cárcel y ordenaron mi búsqueda y captura a nivel internacional, Daniel, solícito, me llamó y en una conversación en clave se ofreció a trasladar mi archivo sobre organizaciones armadas y lucha armada a buen recaudo. Una noche, de manera sigilosa, lo hicimos.

Otra anécdota refleja el carácter  del camarada y amigo. Cuando Daniel empezó a escribir “Del Moncada a Chiapas. Historia de la lucha armada en América latina” me pidió información de fuentes directas sobre el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). Escribí a un miembro de la dirección del MRTA y un tiempo después nuestro común y querido amigo, Hugo Blanco, me hizo llegar el siguiente mensaje: «En un registro de la policía en el domicilio de un dirigente del MRTA en Lima se ha encontrado una carta tuya pidiendo colaboración para escribir un libro de Daniel Pereyra. Toma las medidas necesarias». Se lo comenté a Daniel y con pasmosa tranquilidad me dijo algo así como “ya tenemos algo que contar”.

Hay una anécdota que se conoce muy poco. Cuando Daniel cae preso junto con su grupo en Cusco corrió el rumor de que el ché Pereyra y sus compas iban a ser enviados en avión comercial a Lima. Inmediatamente una turba de campesinos se dirigió al aeropuerto de Cusco y bloquearon las pistas de aterrizaje para evitar que se llevaran a nuestro Daniel a Lima. Finalmente, días después, fue conducido en avión militar a un cuartel del Ejército en Lima. Allí, una unidad de inteligencia le sometió a terribles torturas.

Quiero terminar con la cita de un compañero que pasó por el Sexto, una de las cárceles más duras en Perú y donde estuvo recluido Daniel. El compañero Gerardo “Chingolo” Benavides, amnistiado el 22 de diciembre de 1970, me cuenta que los presos recordaban al ché Pereyra porque decía: guarda o regala las cosas que no uses. La limpieza es más importante que la comida. Los horarios no son militares sino racionales. Y, el estudio es un alimento para el alma. «Yo necesito estudiar cuatro horas diarias», decía. Esa necesidad se convirtió en su espíritu pues se quedó en los nuevos.

Y hablando de nuevos. Hace escasamente una semana. Se pone en contacto conmigo Germán, un joven de 18 años, estudiante de Ciencias Políticas, y me pregunta si todavía teníamos el libro “Mercenarios. Guerreros del imperio”. Le dije que sí y lo compró. Este es el mayor legado, la mayor huella que ha dejado nuestro querido y admirado Daniel Pereyra. Que los y las jóvenes de hoy se interesen por sus textos, sus obras, sus experiencias. Estoy seguro que si hoy estuviera aquí y escuchara este relato nos ofrecería esa media sonrisa característica en él. Así finalicé mi intervención.

Daniel fue un firme defensor de la revolución cubana.

En su libro “Revolucionario sin fronteras. El ché y la lucha por el socialismo” señala que “Miles de luchadores sociales en todos los países, sindicalistas, estudiantes, campesinos, militantes de partidos de izquierda, se plantearon seguir el ejemplo de Cuba. Las implicaciones de su accionar dejaron huellas imborrables, en la medida que miles de revolucionarios a lo largo y ancho de todo el continente se identificaron con su accionar. Parecía posible, y una oleada revolucionaria recorrió América Latina. Ya desde 1958, un poderoso movimiento campesino surgió en Cusco, Perú, bajo la consigna de Tierra o Muerte!, reclamando la reforma agraria, un movimiento que posteriormente se extendería a otros departamentos del país”.

“La posición reformista de los partidos comunistas y socialistas y de los movimientos populistas, opuestos a toda ruptura con el sistema, apostaba por la alianza con sectores de las burguesías nacionales que consideraban progresistas; los partidos comunistas fueron la vanguardia de esa posición en América Latina. Sostenían que la revolución en los países del Tercer Mundo debía comenzar con una etapa democrático-burguesa, en la cual amplios sectores de las burguesías nacionales jugarían un rol progresista y antiimperialista; esta posición era compartida por los partidos socialistas y, lógicamente, por los movimientos populistas, incluidos sus sectores más avanzados.

Esa propuesta descartaba totalmente la posibilidad de una lucha revolucionaria por el poder y por el socialismo. La mayoría de esos partidos de izquierda y populistas, y de los sindicatos, siguieron desarrollando una política reformista y frenaron, por tanto, la movilización de las masas”.

Y esta postura la mantuvo hasta el día de su fallecimiento. Hasta en su último aliento preguntaba por la situación en Perú. En nuestra última conversación por teléfono me preguntó por las últimas novedades de las movilizaciones contra Dina Boluarte. Quedamos en vernos pero no pudo ser. Pero el ché Pereyra, Daniel, el Gallego siempre estará y está presente en nuestras acciones y en nuestra actividad revolucionaria.

¡Compañero Daniel Pereyra! ¡Presente!

¡Tierra o muerte, venceremos!