Por Pavel Marmanillo Barrio de Mendoza

El pasado 04 de febrero, más de 600 personas se dieron cita en la comunidad Vista Alegre Yanahuaylla en Calca, Cusco, Perú.

El objetivo era claro, plantar 10,000 árboles de una especie arbórea nativa: la queuña.

Desde las 7:30 de la mañana las y los voluntarios fueron llegando al lugar de concentración, para subir en camiones hacia el lugar de la arborización en el que esperaban más de cien compañeras y compañeros de Yanauaylla con los hoyos listos para plantar los árboles. Además, luego de la jornada se compartió una sopa hecha por las y los compañeros de Yanahuaylla.

Luego de esto, recibimos al embajador de Palestina en Perú: Walid Muaqqat, quien junto con su esposa e hija plantaron dos árboles de queuña enfrente de una apacheta rodeada por los entonces más de 23,000 nombres de los y las palestinas asesinadas por la beligerancia sionista. Al día de hoy, la cifra ha superado los 30,000 asesinados por Israel.

Esta acción no representa solamente un acto ambientalista, pues tuvo -desde el principio- el objetivo de mostrar la indignación de las y los diferentes participantes y plantarle cara al genocidio cometido por el Estado sionista de Israel en contra de la población palestina en Gaza.

Además de asesinar mujeres, varones, ancianas, ancianos, niñas y niños, Israel ensucia la vida, contamina.

Un estudio publicado hace poco nos habla de las emisiones de efecto invernadero generadas durante los dos primeros meses de la agresión contra Gaza y dice que superan la huella anual de carbono de los más de 20 países más vulnerables al cambio climático. De acuerdo a un análisis pionero realizado por investigadores del Reino Unido y Estados Unidos se calcula que de las 281.000 toneladas métricas de CO2 el 99% de estas emisiones ha sido producida por Israel en los primeros 60 días del genocidio palestino.

De acuerdo a este estudio, los resultados sólo consideran emisiones de gran escala como la fabricación de bombas, misiles, artillería y explosivos, así como también las operaciones aéreas, el uso de tanques y combustibles de otros vehículos. Entonces, es muy probables que la contaminación generada por Israel sea mayor, ya que los estudios no han considerado otros gases de efecto invernadero tales como el metano.

 

Una apacheta como símbolo de solidaridad, memoria y resistencia

En el mundo andino, la apacheta representa -entre otras cosas- un hito, un momento en lo más alto que nos alienta a seguir, una demarcación limítrofe.

Así, con la apacheta llena de flores puestas por las y los participantes de la arborización, de la bandera palestina y de los nombres de las y los mártires, le pusimos un hito a la memoria colectiva por los territorios que sufren de ocupación y violencia. Reconocimos nuestras acciones para continuar en la reivindicación de los derechos palestinos, aunque en el punto más alto nos pueda faltar el aliento.

La apacheta también representa el punto de separación de quienes usan la violencia y las armas para crear una existencia artificiosa.

La verdadera autoridad es la vida y la verdadera patria es la tierra.