En las fotografías, modificadas por su exposición al agua contaminada por metales pesados, Manuel evidencia la consecuencias de la industria y la urbanización sobre el río Santiago.

El río es la vida, determina lo que hacemos y lo que somos. Su muerte deforma la realidad, nuestros cuerpos y nuestra esperanza. Ahora, una vida abundante y maravillosa ha terminado ahogada bajo la espuma industrial. Cuando curemos el río, seremos otras y otros. Veremos nuestra imagen completa en nuestros sueños. Eso lo saben lxs compas de Un salto de Vida, y por eso luchan contra la cotidiana resignación a la muerte y la desesperación.

Por Manuel Pérez Barba, fotógrafo

El río Santiago es parte de una de las cuencas más importantes de México pero también uno de los ríos más contaminados del país. Miles de desechos industriales y domésticos se vierten diariamente a su cauce sin un tratamiento previo. Su emblemática cascada era conocida como el Niágara Mexicano, un destino turístico próspero pero sobre todo germen de vida, refugio y alimento para los pueblos que milenariamente lo han habitado.

Hoy su ribera se ha convertido en un corredor industrial. Sólo de Ocotlán a El Salto se concentra alrededor de 600 empresas nacionales y extranjeras que aportan 1090 contaminantes a su agua. La industrialización desmedida con la complicidad del Estado y su normatividad laxa han convertido a los municipios de Juanacatlán y El Salto en un infierno ambiental donde el agua, el suelo y aire se han vuelto tóxicos. Esto ha provocando graves enfermedades y daños irremediables a la salud de la población.

La cascada que fue una maravilla, símbolo de la abundancia y la vida hoy es paisaje distópico. Desde sus veinte metros de altura baja el agua menguada para explotar en su caída creando una densa espuma blanca y una fina brisa que transporta por los aires químicos tóxicos, metales pesados y materia fecal de la zona metropolitana de Guadalajara.

Aún así, desde este territorio lastimado su pueblo y su río resisten.

Procesos:

He trabajado durante los últimos siete años en los pueblos más afectados por la contaminación del río Santiago. Mi enfoque inicial consistió en experimentar con fotografías analógicas, sumergiendo los rollos en las aguas contaminadas del río durante meses antes de revelarlos.

Este proceso resulta en imágenes alteradas por la carga química del río, evidenciando visualmente el impacto destructivo de la contaminación. También he creado otras imágenes introduciendo agua del río directamente en la cámara; en estas, la imagen se ve atravesada por restos de suciedad, lodo, semillas de árboles, entre otros, para después plasmarse en el negativo. Estas imágenes las combino con fotografías sin procesos alternativos y me ayudo de archivo histórico como notas de periódico, postales e imágenes de la gente de la zona en los años cincuentas y sesentas en donde las familias están dentro del río siendo parte de el.

Link al trabajo de Manuel: https://www.manuelperezbarba.com/